La concesión del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado es un merecido reconocimiento a sus luchas por la democracia en Venezuela que trasciendo sus acciones y logros personales. El galardón, otorgado por el Comité Noruego del Nobel, es un rayo de luz que en un momento de tensiones y esperanzas que ilumina la incansable y prolongada lucha de la sociedad venezolana por recuperar la democracia, la libertad, la equidad y, fundamentalmente, la paz. Es un merecido tributo a la perseverancia de la sociedad civil que, a pesar de la represión y la desesperanza, ha mantenido viva la llama de la dignidad.
Durante dos décadas, el liderazgo de María Corina Machado se ha forjado en la adversidad y la entereza. Su trayectoria es muestra del esfuerzo cívico de un país por la democratización y la justicia. El compromiso de Machado con la democracia se cristalizó con la fundación de la asociación civil Súmate en 2002. Desde entonces, sus esfuerzos se han centrado en la exigencia de elecciones justas, transparentes y verificables. Súmate fue pionera en la observación electoral independiente y la promoción de la participación ciudadana, sentando las bases de una lucha pacífica por la competencia política justa. Machado y demás miembros de Súmate enfrentaron la persecución gubernamental desde sus inicios, demostrando la importancia de su opción por la defensa de la soberanía popular y el derecho al voto en libertad.
A lo largo de los años, su rol evolucionó de la sociedad civil a la arena política, siendo elegida diputada a la Asamblea Nacional con una votación histórica en 2010, un testimonio de la conexión que establecía con el electorado. Desde su escaño y, posteriormente, como líder del movimiento Vente Venezuela, Machado se convirtió en una de las voces más duras contra la consolidación del autoritarismo, denunciando la sistemática violación de los derechos humanos y el colapso institucional.
Su enfoque, basado en la convicción de que solo una transición profunda y anclada en la soberanía popular puede restaurar el país, la ha llevado a ser víctima de la represión. Desde la expulsión ilegal de su cargo parlamentario en 2014 hasta su arbitraria inhabilitación política, la respuesta del régimen a su creciente liderazgo ha sido la anulación de sus derechos, buscando silenciar su voz y desalentar a sus seguidores. A pesar de estas acciones, Machado ha optado por permanecer en Venezuela y liderar una campaña que, con un enfoque fundamentalmente cívico y pacífico, ha logrado una movilización social sin precedentes en torno a la posibilidad de un cambio democrático.
El Comité Nobel ha reconocido su “incansable labor para la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela” y su lucha por lograr una “transición justa y pacífica de una dictadura a una democracia”. Este premio es el reconocimiento a la resiliencia de un liderazgo que se ha negado a claudicar o a tomar caminos violentos, aun bajo la presión más extrema.
El Nobel a María Corina Machado es, en esencia, un homenaje a los millones de venezolanos que han luchado y siguen luchando pacíficamente por la transición democrática durante años. Este premio pertenece también a los activistas y defensores de derechos humanos que arriesgan su libertad y su vida para documentar y denunciar abusos gubernamentales, asistir a las víctimas y denunciar la crisis humanitaria; de los miles de presos políticos y sus familiares que, con inmensa dignidad, claman por justicia y libertad, convirtiendo su dolor en una causa cívica; de los jóvenes y estudiantes que han llenado las calles en marchas y protestas, muchos de ellos caídos por efecto de la violencia opresiva del gobierno y grupos paramilitares; de los profesionales, sindicalistas y gremios que resisten el desmantelamiento de las instituciones y el colapso económico, manteniendo vivos los espacios de la sociedad civil; de los líderes comunitarios que, en el día a día de sus barrios, organizan la solidaridad y defienden los derechos de los más vulnerables.
En suma, es un premio merecido por Machado que también honra a cada ciudadano que, a pesar de repetidas frustraciones, el exilio, la migración forzada en números escalofriantes, la represión sistemática y la privación del bienestar económico y social, se ha mantenido firme en la convicción de que el voto y la organización civil son herramientas legítimas para el cambio político en Venezuela. La historia del país en estos momentos, la historia de la resistencia cívica y pacífica. La violencia ha venido históricamente del lado de la opresión; la paz y la democracia se han construido desde la calle, con manos vacías y voces firmes, bajo un inquebrantable compromiso de no recurrir al conflicto armado.
El Premio Nobel de la Paz 2025 consagra a María Corina Machado como un símbolo global de la lucha democrática no violenta. Este galardón llega en un momento crucial, sirviendo como validación moral que reconoce el costo humano y político de la resistencia pacífica en Venezuela. El premio subraya ante la comunidad internacional la necesidad de apoyar, sin reservas, una transición democrática que ponga fin a la crisis humanitaria y política. Y más allá de Venezuela, en un mundo donde la democracia se encuentra amenazada severamente y desde su raíz, el otorgamiento del premio a una destacada luchadora por la democracia y la libertad sirve de fuente de inspiración para otros líderes y pueblos. No solo honra una trayectoria, sino que impulsa la causa y la esperanza de que, finalmente, la paz basada en la libertad y la justicia prevalezca,
Este premio a Machado demuestra que la lucha por los derechos democráticos es, en sí misma, la más noble y esencial de las batallas por la Paz.

