Desde las aulas universitarias de Venezuela y Argentina, estudiantes, docentes e investigadores han alzado una voz colectiva. A través de 42 manifiestos, se teje una narrativa común que confronta la realidad climática de América Latina con una mezcla de indignación ética, responsabilidad personal y exigencia política. Este es el resumen de su visión:
1. La Preocupación: La Crueldad de la Desigualdad y la Paradoja Latinoamericana
El hilo conductor que une a todos los manifiestos es la indignación frente a una “cruel paradoja”: América Latina es una de las regiones que menos ha contribuido históricamente a las emisiones globales, pero es una de las que sufre las consecuencias más devastadoras.
La injusticia climática se percibe no solo como un problema ambiental, sino como una forma de neocolonialismo extractivista. La mayor angustia radica en la doble vulnerabilidad de las poblaciones marginadas: comunidades indígenas, rurales y barrios pobres que pierden sus hogares y cosechas por sequías o inundaciones, mientras carecen de recursos para adaptarse.
Se destaca el dolor de ver la Amazonía y los recursos hídricos destruidos por la codicia y modelos económicos que priorizan el lucro sobre la vida. Como señalan desde Argentina, el clima actúa como un “multiplicador de desigualdades”, afectando el derecho humano básico al agua.
2. El Compromiso Personal: De la Conciencia a la Acción
Lejos de la pasividad, los participantes asumen la responsabilidad de cuidar la “Casa Común” desde lo cotidiano y lo profesional. Los compromisos se agrupan en tres pilares:
- Cambio de Hábitos Radicales: Hay un consenso masivo sobre la reducción de plásticos de un solo uso, la adopción de la economía circular (reparar y reutilizar) y el cambio hacia dietas con menor consumo de carne para reducir la huella hídrica y de carbono.
- Educación y Multiplicación: Muchos se comprometen a ser “altavoces” o “multiplicadores de conciencia”, utilizando sus redes y espacios académicos para combatir la desinformación y educar a sus pares sobre la crisis.
- Acción Comunitaria: Se propone pasar de lo individual a lo colectivo: organizar jornadas de limpieza, reforestación y apoyar a productores locales y mercados justos. Un estudiante lo resume poéticamente: “Me comprometo a ser un jardinero de lo posible”.
3. El Llamado a la COP30
El mensaje para los líderes mundiales que se reunirán en Belém es contundente: “Se acabó el tiempo de las promesas vacías”. Las exigencias son claras y directas:
- Justicia Financiera y Deuda Ecológica: Se exige que los países desarrollados cumplan con el financiamiento climático (los 100 mil millones anuales), pero no como préstamos que endeuden más al Sur Global, sino como reparaciones por daños y pérdidas (subvenciones).
- Fin de los Combustibles Fósiles: Un llamado urgente a una transición energética justa, con fechas de caducidad para los combustibles fósiles y el fin de los subsidios a lo que “nos mata”.
- Protección de los Defensores: Una demanda crítica es detener la violencia contra los líderes indígenas y defensores ambientales, reconociéndolos como los verdaderos expertos en resiliencia y protagonistas de las decisiones, no como víctimas silenciosas.
La conclusión colectiva es que la COP30 en la Amazonía no puede ser un evento diplomático más; debe ser el punto de inflexión donde se pague la deuda histórica y se elija la vida sobre el interés económico.

